Sin ocultar su gran conmoción, el Papa dedicó ayer el núcleo central de su discurso a los cardenales y otros altos prelados de la Curia Romana (el gobierno central de la Iglesia) a la más dura condena de los abusos sexuales de menores por parte de curas pedófilos y a la más amplia y sincera autocrítica, incluso personal. La Iglesia, dijo, debe “recibir esta humillación como una exhortación a la verdad y un llamado a la renovación”.
Benedicto XVI dijo que es necesario reflexionar sobre los errores en el mensaje y la misma vida cristiana que permitieron la diseminación de los abusos contra adolescentes e infantes cometidos por sacerdotes y religiosas.
Las altas esferas de la Iglesia en el Vaticano escucharon impresionados al Papa decirles: “Debemos preguntarnos qué es lo que podemos hacer para reparar tanto como sea posible las injusticias que ocurrieron”. Joseph Ratzinger subrayo que “muchos sacerdotes hacen obras honestas y claras”, pero agregó que las revelaciones de los abusos que llegaron a su máximo nivel en 2010, alcanzaron “ una dimensión inimaginable ”.
“Tenemos que preguntarnos qué estuvo mal en nuestro mensaje, en la manera completa de configurar el ser cristiano, que permitió que este tipo de cosa ocurriera. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y la bondad”.
La Caja de Pandora de los escándalos se abrió en 2002 en EE.UU., durante los últimos tres años del pontificado de Juan Pablo II. Desde entonces la magnitud de las revelaciones, que se extienden al menos medio siglo hacia atrás, siguió creciendo. Lo más grave es que los miles de casos de clérigos abusadores fueron afrontados en todo el mundo por la Iglesia y el mismo Vaticano, tapando los escándalos para “defender la imagen” del catolicismo institucional, sin poner en el centro de sus preocupaciones la defensa de las víctimas.
Ayer, Benedicto XVI dijo que “el rostro de la Iglesia está cubierto de polvo” y “su vestido está desgarrado” a causa de estos abusos”. Y agregó que la Iglesia “tiene responsabilidad” por los abusos cometidos contra niños.
Fuente: Clarín
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