miércoles, 3 de octubre de 2012

Despreciable cura pedófilo violó a 50 pibes

Justo José Ilarraz
Según las denuncias, Justo José Ilarraz cometió los abusos sexuales en Entre Ríos, entre 1984 y 1992, contra medio centenar de seminaristas. Alertan que el religioso sigue dando misa en una parroquia de Morteros, provincia de Tucumán.

El procurador general del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos (STJ), Jorge García, inició una causa judicial de oficio para investigar la denuncia sobre las violaciones cometidas por el ex prefecto del Seminario Menor de Paraná, Justo José Ilarraz, en perjuicio de, por lo menos, 50 seminaristas de entre 12 y 14 años.

Fuentes judiciales confirmaron que la investigación del caso estará a cargo del fiscal de Cámara, Rafael Cotorruelo, quien convocará a otros fiscales de instrucción, debido a la magnitud y complejidad de los hechos denunciados.

Según lo adelantado, el trabajo de recopilación de datos y testimoniales será coordinado directamente por García y no se descarta que se establezcan comunicaciones con el Poder Judicial de Tucumán, donde reside actualmente el cura acusado de pedofilia, ante la posibilidad de que Ilarraz también haya cometido abusos en esa provincia norteña.

“Nosotros estamos haciendo la investigación sin esperar la denuncia, pero luego habrá que ver si los afectados deciden que se siga investigando o no”, afirmó el fiscal García en declaraciones periodísticas.

El funcionario dijo, en ese sentido, que “ahora nosotros estamos en el camino de verificar los hechos y saber cuál es la verdadera voluntad de estos jóvenes”.

Ilarraz está acusado de haber cometido hechos de corrupción contra al menos 50 seminaristas de entre 12 y 14 años, entre 1984 y 1992.

En ese lapso, el sacerdote se desempeñó como prefecto del Seminario Menor de la capital entrerriana y últimamente se encontraba cumpliendo funciones sacerdotales en Morteros, provincia de Tucumán.

Tras el escándalo que provocó la noticia en la capital entrerriana, el Arzobispado de Paraná reconoció los hechos de corrupción, pero no informó si se iniciaron actuaciones judiciales contra el cura.

Las últimas noticias periodísticas reavivan nuestra profunda vergüenza e inmenso dolor por faltas gravísimas cometidas por uno de quienes deben servir a la vida moral del pueblo, con su ejemplo y enseñanza”, dice el comunicado difundido ayer por la iglesia.

El comunicado sostiene también que “el sacerdote acusado, debido a las gestiones realizadas por el Arzobispo de Paraná y por el Obispo de la diócesis de Concepción de Tucumán, se encuentra apartado del ejercicio de su ministerio hasta que la Santa Sede resuelva su situación”.

Sin embargo, esta aseveración fue desmentida por el periodista de la revista Análisis de la Actualidad, Daniel Enz, que investigó el hecho, quien aseguró que el religioso sigue dando misa en una parroquia de Morteros, provincia de Tucumán.

El periodista explicó que inició la investigación luego de que “innumerables jóvenes reconocieron las perversidades que les hacía el sacerdote Ilarraz cuando eran apenas niños, y que habían optado por ocultarlas”.


Enz relató que el entonces prefecto del Seminario Mayor, y hoy arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puíggari, “le transmitió la situación irregular al que era por entonces el Arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic”.

Puíggari “le llevó incluso dos víctimas y se inició una especie de sumario interno en el que declararon las víctimas y reconocieron todos los hechos”.

Sin embargo, “en vez de hacerse la denuncia judicial, esto quedó puertas adentro y hubo serias advertencias de que si hablaban podían sufrir sanciones las hermanas religiosas que tenían muchos de ellos, que podían ser derivadas a cualquier lugar del país”, contó.

“Para nosotros era como Messi, lo imitábamos, queríamos ser como él”. Lo dice el ex seminarista que denunció al cura Ilarraz por abuso. Asegura que en la Iglesia se sabía lo que ocurría

“Cuando pasabas a la habitación del cura, uno sabía que ahí él se bañaba con sus ‘amigos’, que los acariciaba y que les tocaba los genitales.


Y eso lo sabían las autoridades de la Iglesia ”. Así lo aseguró en diálogo exclusivo con Clarín el primer testigo en la causa por “corrupción de menores agravada” en la que se investiga la conducta del sacerdote Justo Ilarraz, que fuera prefecto del Seminario Menor de Paraná entre 1984 y 1992.

En esa habitación, que estaba al final del pabellón donde dormían los adolescentes que estaban a su cargo, los seminaristas podían acceder a un televisor, cartas y un juego de ajedrez. “Si eras su amigo podías entrar y no sólo a hablar con él. Ahora eso puede parecer una estupidez, pero en aquel tiempo y para muchos de nosotros, que veníamos de pueblos chicos, eso era una atracción ”, detalló el ex seminarista S.D., que hoy tiene 37 años, y pidió preservar su identidad.

Acceder a esa habitación significaba la posibilidad de acostarse más tarde, ya que en el dormitorio de los internos la luz se apagaba entre las 22 y las 22.30. “Lo recuerdo caminando entre los pasillos del pabellón y sentándose en la cama del que escuchaba llorar o del que notaba angustiado”, dice.

Tiempo después comprendió que era la forma que tenía el sacerdote para captar a sus preferidos. “Ilarraz decidía quién entraba y a quién invitaba. Eso lo vi desde que llegué al Seminario: tenía amigos y predilectos, y los más cercanos eran todos rubios Uno no pensaba que él pudiera hacer algo malo.
”, precisa.

Fuente: Crónica y Clarin

Condenaron a 12 años de prisión a un ex catequista por abuso sexual


Había abusado de dos alumnos de 13 años. Uno de ellos lo encontró en EE.UU. y logró que lo juzgaran acá.

Fernando Enrique Picciochi

Un ex religioso y docente del Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito fue condenado ayer a 12 años de prisión por abusar de dos chicos que estudiaban en esa institución. El Tribunal Oral en lo Criminal 8 determinó que Fernando Enrique Picciochi cometió el delito de “corrupción de menores” contra los querellantes Sebastián Cuattromo (36) y otro hombre –que prefirió mantener en privado su identidad–, quienes lo habían denunciado en 2000 por un hecho ocurrido 11 años antes, cuando cursaban séptimo grado.

Estamos muy conformes, tanto porque se reconoció la responsabilidad de Picciochi como por cómo se calificaron los hechos”, comentó a Clarín el abogado de las víctimas, Diego Freedman, minutos después del fallo. Y consideró que “tiene un efecto terapéutico muy importante en las víctimas escuchar el veredicto. Se les creyó la versión que fue ignorada en su momento en el colegio”. El fallo fue firmado por los jueces Rodolfo Madariaga, Hugo Rocha Degreef y Alfredo Alejandro Sañudo.

La lucha de Cuattromo fue larga. Primero debió sortear sus propios miedos y los prejuicios de quienes lo rodeaban. Finalmente hizo la denuncia, pero cuando salió la orden de detención Picciochi había abandonado el país. Tras el pedido de captura internacional, en 2001 se supo que había huido a Estados Unidos. Pero recién fue ubicado allí en 2007, con falsa nacionalidad mexicana. El ex religioso de la Orden de los Hermanos Marianistas y catequista estuvo detenido en Texas hasta que fue extraditado en septiembre de 2010.

Aunque al principio del juicio oral se negó a declarar, Picciochi brindó su testimonio en una de las audiencias finales, en la que buscó desmentir a los denunciantes y dijo que “lo deben hacer por dinero”.

Los hechos ocurrieron en 1989, un año antes de que el Marianista de Caballito se convirtiera en colegio mixto, en un campamento en Córdoba. “Por las noches, él irrumpía en la habitación, se sentaba en la cama y comenzaba con las agresiones”, cuenta a Clarín Cuattromo. Los besaba, manoseaba sus genitales y los masturbaba. “Para nosotros fue devastador”, admite Cuattromo, que al año siguiente, ya en Buenos Aires, volvió a ser abusado en el subsuelo y en un patio abierto del colegio.

En el colegio, ante la denuncia de otro alumno, al docente lo encubrieron y finalmente lo trasladaron a Río Negro, hasta que abandonó la congregación.

Para Cuattromo, la condena es positiva porque “se trata de un llamado político hacia las víctimas a tratar de no quedar sometidas en el puro padecimiento”.

Fuente: Clarin